Colourful place {Gabrielle}

Era un día aburrido... bastante aburrido, no solía quedarme sin cosas que hacer pero desde luego ese día era uno y nadie estaba disponible para mí entonces. Suspiré mientras metía las manos en mi túnica mientras me entretenía pisando las primeras hojas caídas del otoño, ya comenzaba a hacer un poco de frío y mi pelo no era el rojo como el que llevaba como costumbre, el rojo de la bandera de mi casa, si no un rojo un poco más apagado, más violeta. Daba pequeños saltitos aquí y allí a medida que saludaba a algunos alumnos sentados debajo de los árboles haciendo algunos trabajos... upsi, trabajos, ¿Ya habían comenzado a mandarlos? Me cachis... no se me daban para nada bien, y la verdad era un desastre con ellos... en fin, supongo que ya le diría a la profesora McGonagall que los nargles me los habían robado... No, que va, la última vez no había tenido éxito.

Entré en el invernadero mostrando una sonrisa distraída, la verdad, había estado pocas veces aquí y ninguna por placer, por lo que no me había podido fijar hasta ahora en lo bonito que era todo. Caminé entre las plantas, había de todos los colores. No conocía a la mayoría... Rosas, unas macetas moviéndose con un pequeño tallo nervioso sobresaliendo de ella. Algo me dijo que eran las mandrágoras por lo que me reí mientras me acercaba al recipiente y acariciaba la hoja del pequeño tallo -Hola señora mandrágora.- Sonreí apoyándome en la mesa mientras alzaba la maceta en el aire, no había ningunas orejeras cerca, por lo que terminé por desistir en la opción de dejarla quieta en su sitio. Recordaba que en segundo me había desmayado por sacarla sin protección y luego... bueno, luego tenía cinco puntos menos y mucho dolor de cabeza, pero nada importante. -Eres una gruñona.- Me reí dejando la maceta con cuidado y luego caminé más hacia el fondo de los invernaderos, a una zona que iba oscureciendo a cada paso que daba. Las vitrinas estaban tapadas... No lo entendía, ¿las plantas no necesitaban luz? Fruncí el ceño intentando distinguir el fondo, podía escuchar algo, muy leve y muy bajo y entonces fruncí el ceño dando un paso hacia atrás. Ese ruido me daba mala espina, por lo que preferí darme la vuelta y quedarme contemplando una especie de enredaderas que se movían solas. También estaban cerca de la oscuridad, pero no tanto como al fondo donde solo se distinguían una especie de sacos o... bultos. Me pegué la enredadera a la mano y esta enseguida comenzó a trepar por los brazos, solté una risa mientras la observaba -Awn... eres una ricura.- Mi risa de nuevo inundaba el lugar, acerqué mi otro brazo a una maceta que había al lado con la misma planta y esta hizo la misma acción que su hermana, haciéndome una especie de "manga botánica".

No tenía pensado montar el siguiente desastre si la puerta del invernadero no se hubiese abierto de golpe como si un tornado la hubiese arrasado. Me aparté enseguida de las estanterías, como si hubiese estado haciendo algo malo y enseguida, las plantas que no se soltaron, con macetas y todo se fueron tras mis brazos. Las plantas quedaron suspendidas en el aire, aún haciendo su papel de enredaderas en mis mangas, mientras que las macetas y la tierra de ambas cayeron al suelo haciendo el ruido de la porcelana rompiéndose en el suelo. Me quedé estática... ¿Podría transformarme en estatua? Enseguida cerré los ojos y comencé a visualizar el mármol. Enseguida mi pelo cambió de color a un blanco piedra, fusionándose entre sí, mi piel se endureció hasta parecer dura... realmente no estaba imitando a una estatua, solo me pintaba como un señor de esos que bailaban en Hogmeade por un par de Sickles. Quizás y si no me movía mucho... podría pasar desapercibida.

Me encontraba en los Terrenos de Hogwarts sin hacer nada en especial. Cotilleaba, trataba de escuchar algún cuchicheo de boca de los alumnos, observaba a los chicos más guapos, y a... A una chica que me llamó la atención. Me sonaba de haberla visto con el uniforme de Gryffindor de aquí para allá, pero... ¿Acaso su pelo no era de un tono distinto? Probablemente se hubiera teñido.

Aun así, me quedé con la curiosidad de saber si se trataba de ella o no. Y, como no tenía nada que hacer... Empecé a seguirla sigilosamente, esperando que ni ella ni nadie se diera cuenta... Yo era Slytherin, ella Gryffindor: Aunque yo no era mala, seguro que todos pensarían que iba detrás de la chica para atacarle o algo por el estilo. Menuda injusticia...

La pelivioleta entró en el Invernadero. Aquel sitio me gustaba bastante, aunque para seguir "espiándola" tendría que entrar yo también.
O no...:

Había una ventana abierta. Desde ahí podría ver si se trataba de la chica que yo creía o no.
Me acerqué rápidamente a la ventana y me quedé observando a la chica. Sí, sin duda, era ella.
Me iba a ir, pero de repente ésta se puso a hablar. Me giré asustada, pensando que a lo mejor me hablaba a mí, cuando vi que sólo le estaba hablando a las... ¿Mandrágoras? ¡Como si le fueran a contestar! Aquello me hizo mucha gracia, tanto que empecé a reírme en silencio, contrayéndome de las carcajadas. Me reía tanto que tuve que apoyarme en un sitio para no caerme al suelo, pero aquello fue un error...: El sitio en cuestión era la puerta del Invernadero, que se abrió de par en par. La chica, obviamente, acabaría descubriéndome tarde o temprano.

Decidí pasar al Invernadero y hacer como que estaba allí de casualidad.
─Oh, vaya, la puerta se ha roto... ¿Habrá sido el viento...? ─murmuré, como si no supiera que había alguien allí. Aunque, pensándolo bien... ¿Dónde se había metido la chica?

Fruncí el ceño y me puse a buscarla con la mirada, cuando, de repente... ¡Menudo susto! Pegué un brinco, me llevé la mano al corazón, pero luego sonreí con ternura: Me encantaban aquellas estatuas, siempre les echaba dinero.
Aunque aquella estatua en cuestión tenía algo raro... ¿No se parecía a la chica Gryffindor? Qué cosa... ¿Se habría transformado en estatua con algún conjuro?
Para comprobar si era ella, le tendí una "pequeña" trampa".

─¡Mire, Profesor! ¡Esta estatua será perfecta para la decoración del Baile de Navidad! ─exclamé, como hablándole a un supuesto Profesor de fuera del Invernadero─ ¿Nos la llevamos?